Las estrellas en noviembre: Cetus, Piscis, Andrómeda y Aries
Parece que ya huele a castañas asadas. Para muchos de ustedes, a eso olerán sus pueblos o ciudades prácticamente desde principios de octubre. Se debe afrontar la realidad: el olor a chimenea, frío, otoño y, con ellos, noviembre, ha llegado. Casi sin darnos cuenta hemos entrado en el penúltimo mes del año, embebido en la estación que nos llevará a uno nuevo lleno de ilusiones, esperanzas, alegrías, fracasos, tristezas y éxitos. Pero, aunque ahora vengan el frío y los días cortos, esto también es sinónimo de noches largas y nítidas. Dejamos a un lado el desolado cielo otoñal y por el Este ya empieza a vislumbrarse el festival invernal. Constelaciones como Orión, Tauro, Can Mayor, etcétera, van ganando altura para, una vez más, deleitarnos con su belleza y su espectáculo, el cual se nos ofrece gratis a todos, pero del que solo unos pocos saben disfrutar, o mejor dicho, del que a muy pocos se les ha ocurrido hacerlo. ¿Se encuentran entre ellos?
Pero vayamos por partes, porque de las constelaciones invernales tendremos todo el invierno para disfrutar (si la meteorología lo permite). Nos encontramos en una noche típica de mediados de noviembre, epílogo de un día que la oscuridad ha empezado a devorar rápidamente: realmente, aún no son ni las siete de la tarde. En el lugar de observación, se ha colocado un telescopio y orientado un poco «a ojo», a la espera de que la estrella Polar sea completamente visible y permita una alineación precisa. Cuando la noche nos envuelve por completo, altas, cerca del cenit, tres estrellas empiezan a vislumbrarse sobre al azul cada vez más apagado del cielo. Son Deneb, Vega y Altair, protagonistas del asterismo conocido como Triángulo de Verano. No parece que vaya a oscurecer nunca cuando, de repente, es posible ver con nitidez no solo estrellas sueltas, sino algunos otros asterismos brillantes como el de Casiopea. Y decimos de repente porque la curva de crecimiento del número de estrellas observables es realmente rápido: antes de que hayamos terminado de orientar nuestro telescopio al Norte con la ayuda de la Polar, la Vía Láctea ya nos estará envolviendo de Suroeste a Noreste. Constelaciones como Sagitario o Hércules se empezarán a despedir hasta el año próximo, y poco a poco otras típicas de verano perderán altura, como el Cisne, la Lira o el Águila, pero no hay motivo de preocupación, pues aún el mes que viene las tendremos presentes. Capricornio, Acuario o Pegaso, que en octubre dominaban el Sur, ahora pasan a segundo plano acercándose notablemente hacia el Oeste. Pero la astronomía simboliza como pocos fenómenos naturales el paso del tiempo y el ciclo de la vida. Agrupaciones estelares a las que se dedicó la última entrada, pasan en esta a ser citadas, mientras otras adquieren la importancia que aquellas un día tuvieron.
Durante noviembre, Cetus, Piscis, Andrómeda y Aries son algunas de las constelaciones que culminan a horas de observación razonables (a eso de las 22:30 hora local andaluza). Aunque mucho más espectaculares que las constelaciones de octubre, debemos admitir que nada tienen que ver con la majestuosidad del cielo que, hacia la medianoche, podemos disfrutar. La Vía Láctea invernal, con toda la majestuosidad de las ya citadas Orión, Tauro o Can Mayor, va dejando prever que diciembre será un buen mes.
Comencemos describiendo brevemente la constelación de Cetus, la primera de las que nos ocupa este mes. Dominará la parte Sureste de los cielos del hemisferio Norte con sus 1 231 grados cuadrados (es la cuarta constelación en orden de área cubierta). Está formada por estrellas poco brillantes, de ahí que su forma no sea de las más conocidas en el mundo astronómico. Se describe como una ballena, pero si alguien dijese que no es una ballena sino un caracol, no sería reprochable.
Algunos de los objetos más interesantes que podemos encontrar en esta constelación son:
- Mira: Omicron Ceti, se trata de un sistema doble que consiste en una gigante roja y una débil compañera que se encuentran a unos 299 años-luz. Es una estrella variable con un periodo de unos 332 días. No se trata de un objeto digno de observar en cuanto a espectacularidad nos referimos. El mínimo de brillo de esta estrella variable ronda la magnitud 2.0 – 4.9, mientras que el máximo documentado está comprendido entre las magnitudes 8.6 y 10.0. Así pues, pasa de ser observable a simple vista a desaparecer al ojo humano. Fue descubierta en 1596 por el astrónomo David Fabricius. Poco después, Johannes Hevelius decidió denominarla «Mira», del latín «maravillosa» debido a esta peculiar variabilidad. Hoy día da nombre a toda la familia de estrellas variables de tipo Mira.
- M77: También denominada como NGC1068, se trata de una bonita galaxia espiral accesible desde telescopios de pequeña-mediana apertura bajo cielos limpios, aunque no sin dificultad. Es una de las galaxias más grandes listadas por Charles Messier y tiene una magnitud de 9.6, lo que dificulta su observación. Se puede encontrar fácilmente a partir de delta Ceti; en el mapa de localización que acompaña a esta entrada, correspondiente a este objeto, está indicada como Cetus A, debido a que su núcleo está dominado por una potente AGN (fuerte radiofuente).
Salimos de una constelación débil y nos metemos en otra de similares características. Con algo de mayor altura y brillando entre las constelaciones de Pegaso y Cetus encontramos a Piscis. Con sus 889 grados cuadrados, en el firmamento ocupa el lugar número 14 por mayor área cubierta. Sus estrellas son también bastante débiles, siendo Eta Piscium, de magnitud 3.62, la más brillante.
En ella podemos destacar:
- M74: Se trata de una bonita galaxia espiral de magnitud 10 y localizada a unos 30 millones de años-luz. Sin embargo, a través del ocular no nos mostrará sus brazos espirales si la observamos con las aperturas que estamos acostumbrados a utilizar. La estrella más cercana que nos puede servir para localizarla es Eta Piscium, una estrella de la magnitud 3.8, lo que dificulta parcialmente su localización. Pero lo que realmente hace complicada su observación es su bajo brillo superficial. Si antes comentábamos que M77 era casi un reto, M74 es más que eso. Tiene una inusitada alta actividad de explosiones de supernovas, con dos en los últimos años (2002 y 2003). M74 no se encuentra sola en el firmamento, sino formando parte de un grupo de unas cinco a siete galaxias irregulares, así como NGC0660, una peculiar galaxia espiral.
Aries es una pequeña constelación de 441 grados cuadrados (39ª constelación por tamaño) cuyo asterismo está fundamentalmente formado por 4 estrellas poco brillantes (magnitud 2 la más brillante, Hamal) al Este de Piscis. Se encuentra en una zona rica en galaxias de bajo brillo superficial y que por lo tanto se escapan a nuestras limitaciones observacionales.
Podemos destacar en esta constelación la galaxia espiral NGC0772. Su posición se puede determinar fácilmente a partir de Sheratan (Beta Arietis). Sin embargo, su magnitud de 11.3 dificulta notablemente su observación. Se necesitarán cielos oscuros y un buen instrumental para vislumbrar una pequeña nebulosidad.
Y así llegamos a Andrómeda, una buena constelación con la que terminar nuestro set para noviembre teniendo en cuenta la pobreza de las anteriores. También formada por estrellas de la magnitud 2, ocupa 722 grados cuadrados, estando en la posición número 19 en el ránking según el área cubiera del firmamento. Esta constelación tiene una estrella en común con Pegaso, Alpheratz, la estrella del cuadrado localizada más hacia el Noreste.
Aquí es posible hallar la conocida galaxia de Andrómeda (M31) y sus compañeras (M32 y M110). Empecemos describiendo estos objetos ya que son, sin ninguna duda, los protagonistas de este mes:
- M31: Se trata de una bonita galaxia espiral de mayor tamaño y masa que nuestra Vía Láctea. Se encuentra a unos dos millones de años-luz de distancia, dentro del denominado «Grupo Local», el grupo de galaxias en el que nos encontramos. M31 es fácilmente observable a simple vista en cielos oscuros y con prismáticos desde cielo relativamente oscuros. Es posible hallarla (junto a M32 y M110) cerca de Nu Andromeda. Una imagen telescópica no nos permitirá observar toda su extensión, por lo que, salvo que tengamos aperturas realmente grandes, una observación a través de binoculares siempre nos mostrará una cara más bonita debido a que podremos fácilmente distinguir además a sus dos compañeras, ya citadas anteriormente. M31 se está acercando a nosotros, por cierto. Pero… ¿el universo no se encontraba en expansión? La respuesta es sí, pero a gran escala. Los movimientos relativos de las galaxias que se encuentran próximas están dominados por la gravitación, no por el conocido como flujo de Hubble.
- M32 y M110: Son dos galaxias enanas esferoidales que se encuentran orbitando alrededor de M31 y que acabarán formando parte de M31 teniendo el mismo final que tantas otras que se encuentran alrededor de nuestra Vía Láctea. Ambos objetos suelen caer en el mismo campo que M31, salvo que estemos observando con muchos aumentos.
- Otro objeto de la constelación de Andrómeda, distinto de los anteriores, es NGC7662, también conocido como la ‘nebulosa de la bola de nieve azul’. Con telescopios de mediana-pequeña apertura se puede apreciar un minúsculo disco (no un punto) azulado sin parpadeo, lo que nos permite distinguirlo de una estrella normal y corriente. Se encuentra a unos 1800 años-luz de distancia y su localización no es fácil debido a la pobreza de estrellas brillantes cerca. Sin embargo, una carta estelar precisa nos mostrará el camino.
Y con esto terminamos esta visita al cielo de noviembre. Como se puede ver, no muy espectacular, pero antesala idónea al espectáculo que nos espera el mes que viene, el cielo de diciembre.
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