01 Mar 2020.

La mayor explosión en la historia del universo

Astrónomos de Australia y EE UU han detectado el mayor estallido cósmico jamás registrado, cinco veces más potente que el anterior récord. La colosal explosión procede de un agujero negro supermasivo en el cúmulo de galaxias de Ofiuco, localizado a 390 millones de años luz, y ha generado una cavidad del tamaño de 15 Vías Lácteas.

Fuente: Agencia SINC

galaxia , rayos X , Universo

La colosal explosión se ha detectado en el cúmulo de galaxias Ofiuco, localizado a unos 390 millones de años luz de la Tierra. Se muestra en la imagen, obtenida con los datos de los telescopios XMM y GMRT y del sondeo galáctico 2MASS. La zona recuadrada arriba se muestra en otro cuadro abajo según la visión del observatorio CHANDRA. / NASA, ESA, ICRAR et al.

Mientras estudiaban un lejano cúmulo de galaxias, un equipo de científicos ha descubierto la mayor deflagración jamás vista en el universo desde el Big Bang. Lanzó cinco veces más energía que la mayor conocida hasta ahora (en el cúmulo de galaxias MS 0735.6+7421).

La explosión procede de un agujero negro supermasivo en el centro de una galaxia situada a 390 millones de años luz de la Tierra, en el cúmulo galáctico de Ofiuco. El hallazgo se acaba de publicar en The Astrophysical Journal.

La explosión supera cinco veces el anterior récord y fue tan colosal que perforó una cavidad en el plasma del cúmulo galáctico equivalente a 15 Vías Lácteas

Una de las autoras, la profesora Melanie Johnston-Hollitt, de la Universidad de Curtin (Australia), subraya: «Hemos visto explosiones en los centros de las galaxias antes, pero esta es realmente enorme, aunque no sabemos por qué es tan grande. Lo que sí sabemos es que sucedió muy lentamente, como un estallido a cámara lenta que tuvo lugar durante cientos de millones de años».

La explosión fue tan colosal que perforó una cavidad en el plasma del cúmulo galáctico: el gas supercaliente que rodeaba el agujero negro.

La autora principal del estudio, Simona Giacintucci, del Laboratorio de Investigación Naval de EE UU, señala que si comparamos esta explosión con la erupción en 1980 del Monte Santa Helena,  que arrancó la cima de una montaña, “se podrían colocar 15 galaxias del tamaño de la Vía Láctea en el cráter. Y esta ‘erupción’ golpeó el gas caliente del cúmulo».

Al principio no se lo creían y se pasó por alto

El profesor Johnston-Hollitt recuerda que la cavidad en el plasma del cúmulo se había visto previamente con telescopios de rayos X, pero al principio los científicos descartaron la idea de que la podría haber causado un estallido energético, porque habría sido demasiado grande. «La gente se mostró escéptica por el tamaño del estallido –comenta–, pero en realidad es eso. El universo es un lugar extraño».

Los investigadores solo se dieron cuenta de lo que realmente habían descubierto cuando observaron el cúmulo de galaxias de Ofiuco con radiotelescopios. «Los datos de la radio se ajustan con los de rayos X como una mano a un guante», apunta el coautor Maxim Markevitch, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. «Es el punto clave que indica que ocurrió una erupción de un tamaño sin precedentes».

Para realizar el descubrimiento se utilizaron cuatro telescopios: el observatorio de rayos X Chandra de la NASA, el telescopio espacial XMM-Newton de la ESA, el Murchison Widefield Array (MWA) en Australia occidental y el radiotelescopio gigante de Metrewave (GMRT) en India.

Observatorio de rayos X Chandra de la NASA, el telescopio espacial XMM-Newton de la ESA, el Murchison Widefield Array (MWA) en Australia occidental y el radiotelescopio gigante de Metrewave (GMRT) en India.

Observatorio de rayos X Chandra de la NASA, el telescopio espacial XMM-Newton de la ESA, el Murchison Widefield Array (MWA) en Australia occidental y el radiotelescopio gigante de Metrewave (GMRT) en India.

El profesor Johnston-Hollitt, director del MWA y experto en cúmulos de galaxias, compara el hallazgo con el descubrimiento de los primeros huesos de dinosaurio: «Es un poco como la arqueología. Ahora disponemos de unas herramientas para ‘cavar’ más profundo, los radiotelescopios de baja frecuencia, con los que podremos encontrar más explosiones como esta. Probablemente es la primera de muchas otras».

El hallazgo subraya la importancia de estudiar el universo en diferentes longitudes de onda (rayos X, infrarrojo, radio), apunta el investigador: «Volver y realizar ese análisis múltiple es lo que ha marcado la diferencia. Hicimos el descubrimiento con la primera fase de MWA, cuando el telescopio tenía 2.048 antenas apuntadas hacia el cielo, pero pronto tendremos 4.096, diez veces más sensibles». Los astrónomos están emocionados por lo que puedan descubrir a partir de ahora.

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