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14 Feb 2019.

La NASA confirma la ‘muerte’ del rover Opportunity en Marte

En  junio de 2018 una tormenta de polvo dejó inutilizable el vehículo Opportunity en el valle Perseverancia de Marte. Desde entonces, la NASA ha intentado sin éxito contactar con el rover, hasta esta semana, cuando ha decidido dar por completada su misión, una de las más exitosas en el planeta rojo.

Fuente: Agencia SINC

Tras casi 15 años explorando la superficie marciana, el rover Opportunity de la NASA ha finalizado oficialmente su misión, dejando un legado de descubrimientos y experiencia que ayudarán a los proyectos que están en marcha para regresar al planeta rojo.

El rover dejó de comunicarse con la Tierra durante la enorme tormenta de polvo que asoló Marte en junio de 2018. Desde ese momento los responsables de la misión han tratado de restablecer el contacto enviando más de mil comandos desde el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. El último intentó de revivir el vehículo fue este martes, pero fue en vano. La última comunicación se había recibido el pasado 10 de junio, cuando el rover todavía tenía sus paneles solares operativos.

Diseñado inicialmente para durar solo 90 días marcianos (un poco más largos que los terrestres) y recorrer un kilómetro, Opportunity ha acabado superando todas las expectativas en cuanto a resistencia, longevidad y valor científico de sus datos. Además de incrementar 60 veces su esperanza de vida, ha logrado recorrer 45 km.

“Durante ocho meses hemos hecho todos los intentos razonables de ingeniería para recuperarlo, pero hemos determinado que la probabilidad de recibir una señal es demasiado baja como para continuar», reconoce John Callas, uno de los responsable del JPL.

Opportunity llegó a la región marciana Meridiani Planum el 24 de enero de 2004, siete meses después de su lanzamiento desde Cabo Cañaveral en Florida. Tuvo un vehículo gemelo, el Spirit, que aterrizó 20 días antes en el cráter Gusev al otro lado de Marte y recorrió casi 8 km antes de dejar de funcionar en mayo de 2011.

Desde que aterrizó Opportunity, un equipo de ingenieros, controladores de rover y científicos han colaborado para superar los problemas que han ido surgiendo (perdida de dirección en algunas ruedas, incidencia en un calentador, atascos en la arena, reducción de memoria flash…) y trazar sus recorridos por la superficie marciana.

Pequeñas esférulas encontradas por Opportunity cerca del cráter marciano Fram. / NASA / JPL-Caltech / Cornell / USGS

Este explorador de 174 kg de peso y un tamaño similar a un carrito de golf ha tenido que viajar sobre rocas y cantos rodados, bajar al interior de cráteres, atravesar cauces secos de antiguos ríos y escalar pendientes de grava con 32 grados de inclinación, todo un récord fuera de la Tierra.

Final en el valle Perseverancia

Su aventura final lo ha llevado hasta la extremidad occidental del valle Perseverancia. «No puedo pensar un lugar más apropiado para que descanse Opportunity, testimonio de la perseverancia y dedicación de las personas que lo construyeron y guiaron», destaca Michael Watkins, director de JPL.

Todos los análisis científicos que han realizado Opportunity y Spirit estuvieron al servicio del objetivo principal de la misión Mars Exploration Rovers (MER) de la que formaban parte: buscar evidencias históricas del clima y la presencia de agua en el planeta rojo en sitios, como Meridiani Planum, donde las condiciones pudieron haber sido favorables para la vida.

«Los descubrimientos de los dos rovers muestran que el antiguo Marte era un lugar muy diferente al actual, que vemos es un mundo frío, seco y desolado. Pero si observamos su pasado, encontramos evidencias convincentes sobre la existencia de agua líquida en su superficie”, apunta Steve Squyres, investigador de la Universidad de Cornell que participa en el proyecto.

«Durante más de una década, Opportunity ha sido un ícono en el campo de la exploración planetaria, enseñándonos que Marte fue un planeta húmedo en el pasado y potencialmente habitable, además de revelar paisajes marcianos desconocidos», concluye Thomas Zurbuchen, administrador científico de la NASA.

«Cualquiera que sea la pérdida que sintamos ahora –añade–, debe ser contenida, porque sabemos que su legado continúa en otros vehículos como Curiosity, en el aterrizador InSight (que opera desde el 26 de noviembre sobre la superficie marciana) y en las salas limpias del JPL, donde ya va tomando forma el rover de la misión Mars 2020”. Junto al de la misión ExoMars de las agencias espaciales europea y rusa, buscará signos de vida microbiana pasada en el planeta rojo.

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