Un fallo de propulsión pone en riesgo la misión de Peregrine de aterrizar en la Luna
Un problema en el sistema de propulsión ha puesto en riesgo el objetivo de la misión Peregrine de llevar ciencia y tecnología a la superficie lunar 50 años después. Los ingenieros han conseguido reorientar los paneles del módulo hacia el Sol para su abastecimiento energético y recobrar la comunicación con la nave, pero evidenciaron una «pérdida crítica de combustible». Mientras los propulsores sigan funcionando, Astrobotic cree que la nave podría continuar en un estado estable de orientación durante 40 horas más. Ahora el objetivo es acercar el módulo de aterrizaje lo máximo posible a la Luna antes de perder potencia
La misión Peregrine, que aspiraba a llevar ciencia y tecnología a la superficie lunar 50 años después, pasa por un momento crítico. Tras el despegue exitoso de ayer en el cohete Vulcan de la empresa estadounidense United Launch Alliance (ULA) desde Cabo Cañaveral, el módulo de aterrizaje lunar se elevó a una altitud de 500 kilómetros sobre la Tierra, donde, aproximadamente 50 minutos después del lanzamiento, se separó y se encendió con éxito. A partir de ahí, Astrobotic inició el contacto y comenzó a recibir telemetría, e incluso la primera imagen de Peregrine en el espacio.
Sin embargo, desde entonces se han registrado anomalías de las que la compañía ha ido dando cuenta en diversas actualizaciones en su perfil de la red social X (antigua Twitter). La primera pista apuntaba a un fallo en el sistema de propulsión. No obstante, al tener la batería completamente cargada, intentarán utilizar la energía existente para realizar todas las operaciones posibles. De momento, los ingenieros habían conseguido reorientar los paneles del módulo hacia el Sol para su abastecimiento energético y habían recobrado la comunicación con la nave, pero evidenciaron una «pérdida crítica de combustible».
«Si los propulsores pueden seguir funcionando, creemos que la nave espacial podría continuar en un estado estable de orientación durante aproximadamente 40 horas más, según el consumo actual de combustible», detalló Astrobotic. Ante la nueva situación, la compañía con sede en Pittsburgh se plantea como objetivo acercar el módulo de aterrizaje lo máximo posible a la Luna, «antes de que perdamos la habilidad de mantener la orientación hacia el Sol y consecuentemente la nave pierda potencia».
Pese a las vicisitudes, la NASA ha mostrado también en X el «orgullo» de trabajar con sus socios para avanzar en la exploración de la Luna. «Cada misión es una oportunidad para aprender», han apuntado.
10 días de investigación en la superficie lunar
El módulo Peregrine forma parte de la iniciativa CLPS (Servicios comerciales de carga útil lunar) de la NASA para llevar ciencia y tecnología a la superficie de la Luna, preparando el camino para la exploración humana con el programa Artemisa. El objetivo inicial de la misión era aterrizar en nuestro satélite el 23 de febrero, en Sinus Viscositatis, cerca de las cúpulas volcánicas de Gruithuisen, en el hemisferio norte de la Luna, siendo así la primera vez que una nave espacial aterrizara en esta zona.
La previsión era pasar aproximadamente 10 días estudiando la exosfera lunar, las propiedades térmicas del regolito lunar, la abundancia de hidrógeno en el suelo en el lugar de aterrizaje y realizar un seguimiento de la radiación ambiental. Para ello la nave porta cinco herramientas a bordo para ayudar a la NASA a comprender mejor los procesos y la evolución planetarios, buscar evidencia de agua y otros recursos, y respaldar la exploración humana sostenible a largo plazo.