Bellas e inusuales auroras colorean el cielo de España por segunda vez en 2024
Observadores de diferentes rincones de España han vuelto a disfrutar este jueves y la madrugada del viernes de un espectáculo astronómico extraordinario que ya se contempló en mayo, tiñendo de intensos colores el cielo nocturno. Las auroras en sí no tienen mayor consecuencia para el ser humano que el espectáculo visual, aunque desconcierte al tratarse de un evento asociado a las zonas polares. La razón hay que encontrarla en nuestra estrella, que se encuentra en el pico del ciclo solar, cuando son más frecuentes las tormentas geomágnéticas que dan lugar a las auroras
Mientras la vista de astrónomos y aficionados al estudio y contemplación de los cuerpos celestes que habitan el cosmos estaba puesta en conocer qué deparará el máximo acercamiento a la Tierra del cometa C/2023 A3, también conocido como Tsuchinshan-ATLAS o cometa del siglo, prevista para este sábado, un bello espectáculo de auroras desde latitudes altamente inusuales se le ha adelantado para robarle protagonismo.
Al igual que sucediera el pasado mes de mayo, aunque con menor intensidad, se han difundido preciosas instantáneas del cielo nocturno iluminado de intensos colores en la noche del jueves y la madrugada ya del viernes 11 desde diferentes rincones de la geografía española: Cataluña, Aragón, Castilla-León, Madrid, Comunidad Valencia, Murcia, Islas Baleares o Andalucía. Es, por tanto, la segunda vez en un año que se produce un fenómeno tan extraordinario como ver auroras en España, disfrutado especialmente en lugares con poca contaminación lumínica.
La razón debemos buscarla en la potente actividad de nuestro astro rey, al encontrarse a lo largo de este año y principios del que viene en el pico del ciclo solar, el número 25 desde que se empezaron a tomar registros. Es el llamado máximo solar, lo que genera un aumento de la actividad magnética con respecto a la de los años precedentes. Esto se manifiesta en forma de manchas, llamaradas y eyecciones de masa coronal al espacio interplanetario, provocando en última instancia tormentas solares severas y su cara benigna, las auroras boreales y australes (porque sí, también se producen en el Polo Sur)
Auroras en España como consecuencia de una tormenta solar severa
Concretamente en la tarde del 8 de octubre se registró una eyección de masa coronal (CME) rápida, una enorme nube de plasma y campo magnético lanzada al espacio desde el Sol tras una o varias erupciones solares, también conocidas como llamaradas o fulguraciones solares.
La CME fue analizada por el Centro de Predicciones de Clima Espacial (SWPC), dependiente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) en EEUU, desde donde se estimó que su velocidad sería de entre 1200 y 1300 kilómetros/ hora, por lo que dieron el aviso de su llegada para el 10 de octubre en forma de tormenta solar.
El Sol puede expulsar materia en cualquier dirección, por lo que solo alguna CME alcanza la Tierra. Si el impacto se produce cuando el campo magnético terrestre está orientado al norte rebotará inofensivamente en la magnetósfera, que actúa como escudo protector. Si está orientado al sur es cuando se generan las tormentas solares o electromagnéticas, perturbaciones del campo magnético de la Tierra que pueden durar desde varias horas hasta incluso algunos días.
Para esta última se emitió un alerta de nivel G3 (fuerte), actualizando después a G4 (severo) con posibilidad de niveles G5. La NOAA clasifica las tormentas geomagnéticas en cinco categorías, desde las más suaves (G1) hasta las más extremas (G5). Hasta 2024, no se registraban tormentas de esta severidad desde comienzos de 2005.
Con todo, las alertas permiten tomar medidas de precaución que mitigan los efectos del impacto, evitando así consecuencias tan devastadoras como las del llamado evento de Carrington, relacionada con una CME doble en 1859 que, como ahora, indujo auroras en España e incluso en latitudes ecuatoriales de la Tierra. Aquella tormenta geomagnética ocasionó cortes en los sistemas de comunicación por telégrafo, incluso incendios en las estaciones de recepción por las corrientes eléctricas inducidas.
Ahora la tormenta puede afectar a las comunicaciones, con interrupciones de sistemas que dependen de satélites de órbita terrestre baja; a las redes eléctricas, generando una tensión adicional sobre infraestructuras ya debilitadas -principalmente a consecuencia de los últimos huracanes Helene y Milton-; o a los servicios GPS, especialmente aquellos que se utilizan para operaciones de socorro en casos de desastre. En el caso de las naves espaciales cercanas a la Tierra, al calentarse la atmósfera superior con la llegada de eyecciones de masa coronal, puede provocar un mayor arrastre sobre los satélites que les haga disminuir su velocidad o perder altitud.
También puede tener alguna consecuencia sobre el cometa C/2023 A3. Los científicos de la NASA llevan cuatro días realizando un seguimiento de este cuerpo celeste a través del campo de visión de la misión SOHO, un proyecto de colaboración internacional entre la ESA y la NASA para estudiar el Sol desde su núcleo profundo hasta la corona exterior y el viento solar. Además de investigar cómo funciona nuestra estrella, el telescopio solar espacial es el descubridor de cometas más prolífico de la historia de la astronomía.
A lo largo de estos días han visto como estallaba una serie de llamaradas y CME a medida que el cometa pasaba cerca del Sol en su camino de regreso a los confines del sistema solar, pasando primero por la Tierra. «Hasta donde sabemos las erupciones solares no afectan en absoluto a los cometas. Los coronógrafos de SOHO bloquean el Sol con un ocultador (el disco central), por lo que tampoco lo ven, aunque otros instrumentos sí pueden» señalan en su cuenta de la red social X.
Sin embargo los efectos de las eyecciones de masa coronal son más notables. «Estas nubes de partículas cargadas pueden interactuar con la cola de un cometa, lo que provoca dobleces, estrías o, en algunos casos, ¡arrancarla por completo!», advierten. Esto último ocurrió con el cometa Encke en 2007. Para ver con claridad los efectos de las CME sobre Tsuchinshan-ATLAS tendrán que procesar más imágenes, ya que la cola del cometa es demasiado brillante para ver efectos sutiles en las mismas.
¿Tienen algún riesgo las auroras?
En el lado bueno, las tormentas solares severas provocan las auroras, una manifestación bellísima del enérgico impacto de las partículas de CME sobre la ionosfera. El escudo que tenemos frente a ellas es el campo magnético de la Tierra, que las desvía hacia los polos, donde impactan normalmente. Es por ello que sea habitual contemplar auroras en lugares privilegiados como Laponia, Islandia, Alaska, Cánada o Groenlandia en el Polo Norte, o la Antártida, Australia y Nueva Zelanda en el Sur.
Sin embargo, cuando la energía de las partículas es especialmente grande, el impacto puede tener lugar también en latitudes más bajas, como ha ocurrido este año, dejando ver auroras en España. Los cambios de color están asociados precisamente a los iones atmosféricos excitados por el impacto de los protones solares. Cada color corresponde a una especia atómica.
Sin embargo, las auroras en sí no tienen mayor consecuencia para el ser humano que el espectáculo visual y, aunque desconcierte al tratarse de un evento que asociamos generalmente a las zonas polares, el momento en que se producen no es una coincidencia. El Sol presenta un ciclo de once años a lo largo del cual varía la posibilidad de que se produzcan estos fenómenos que, por supuesto, son más probables en torno a los picos de este ciclo undecenal.
Por lo tanto se mantiene abierta la esperanza de observar nuevas auroras en España en lo que resta de 2024 e incluso el próximo año. De momento, la última alerta de la NOAA ha bajado la probabilidad de tormentas geomagnéticas para este viernes a categoría G2 (moderado), por lo que no se descarta que el fenómeno vuelva a repetirse esta noche, aunque con menor intensidad. La expectación está servida.