Europa es pionera en la retirada de restos de satélites para mejorar el tráfico espacial
La mejora de la gestión del tráfico y la basura espacial son asuntos clave en la Semana Espacial Europea que se celebra en Sevilla, en el marco de la Presidencia española del Consejo de la UE. La ESA es la primera en desarrollar una misión de limpieza, ClearSpace-1, cuyo objetivo será recoger un fragmento de 112 kilos del cohete Vega. El primer lanzamiento se espera para 2026. En la misma línea, el proyecto ETPACK, en el que participa España, incluirá un equipo de desorbitado en los lanzadores y satélites, para eliminarlos al final de su vida útil
La mejora de la gestión del tráfico en el espacio es uno de los asuntos que se tratan en la Semana Espacial Europea que se celebra estos días en Sevilla, en el marco de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea. Un encuentro que coincide en el tiempo con la Cumbre Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA), en la que precisamente, entre otros puntos, se presentó la Carta Mundial de Basura Cero, para limitar significativamente la producción de desechos en las órbitas terrestre y lunar para 2030 en las futuras misiones, programas y actividades en el espacio. También se abordó la problemática en la reunión informal ministerial de Competitividad del Espacio, en la que se debatieron las medidas para fortalecer la autonomía estratégica europea de las infraestructuras y servicios basados en el espacio.
No hay duda, por tanto, de que la cuestión del tráfico espacial se ha convertido en una de las prioridades de la ESA por la amenaza que supone la creciente cantidad de chatarra que orbita alrededor de la Tierra. Así, esta agencia compuesta por 19 países de los que 17 pertenecen a la UE, es la primera de su ámbito en desarrollar una misión de limpieza que, bajo el nombre de ClearSpace, fue acordada por los ministros de sus Estados miembros en el año 2019 en Sevilla y cuyo primer lanzamiento se espera para 2026.
Un ejemplo de este cometido es la misión ClearSpace-1, cuyo objetivo será recoger un fragmento de 112 kilos del cohete propulsor europeo Vega -que está en órbita desde 2013 a 660 kilómetros de altura-. La operación se hará mediante un sistema de pinzas compuesto de cuatro brazos robóticos. Entre los proyectos europeos aprobados para reducir la basura espacial también destaca el ETPACK en el que participan España, Alemania e Italia. Se trata de un equipo de desorbitado de basura espacial.
¿Cuánta chatarra espacial hay?
Satélites en desuso, piezas de cohetes propulsores y de paneles solares, e incluso tuercas y tornillos orbitan a cientos de kilómetros de altura de nuestro planeta y se mueven a velocidades de hasta 28 000 kilómetros por hora, suponiendo un riesgo cada vez más alto para futuras misiones espaciales.
En 60 años, los más de 6 000 lanzamientos han generado alrededor de 56 450 objetos rastreados en órbita, de los cuales 28 160 permanecen en el espacio y son seguidos regularmente por la Red de Vigilancia Espacial de los Estados Unidos. La masa total de basura espacial supera las 9.300 toneladas, según datos de la ESA.
Cerca del 24 % de los objetos catalogados son satélites (menos de un tercio de los cuales están operativos), y alrededor del 11 % son objetos relacionados con las misiones, como adaptadores de lanzamiento y cubiertas de lentes. A lo que hay que sumar que con el paso de los años esta basura se ha fragmentado por distintas causas, originando a su vez nuevos fragmentos y más pequeños.
Desde 1961 se han registrado más de 560 fenómenos de fragmentación en órbita que han generado una cantidad de objetos mayores de 1 centímetro del orden de 900 000. Solo siete de ellos fueron colisiones y la mayoría fueron explosiones de naves espaciales, producidas por el combustible residual que permanece en los tanques, aunque se espera que las colisiones sean en el futuro la fuente productora predominante de desechos espaciales.
Participación española en la lucha contra la basura espacial
La iniciativa ETPACK está coordinada por la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y compuesta por la Universidad de Padua, la Universidad Técnica de Dresde (TU Dresden), la empresa española SENER Aeroespacial y la start-up alemana Rocket Factory Augsburg (RFA). También participan el Fraunhofer Institut alemán y la empresa Advance Thermal Devices española.
Su objetivo es proporcionar un dispositivo autónomo de desorbitado, basado en la tecnología de amarre electrodinámico (EDT), que podrá ser montado en los lanzadores y los satélites en el futuro. Ello permitirá eliminarlos al final de su vida útil, en lugar de dejarlos en órbita.
En la actualidad ningún país obliga a las empresas que lanzan satélites a retirarlos una vez finalizada la misión. El sistema propuesto por ETPACK pretende invertir esta tendencia proporcionando un dispositivo ligero, de coste reducido y gran eficacia: se podrá comunicar con tierra, estabilizar un satélite de hasta 1 000 kg y controlar la maniobra de desorbitado para evitar eventuales colisiones con otros objetos.