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Hipatia de Alejandría: pionera en astronomía y mártir del conocimiento

Autoría: Patricia Pérez

Fuente: Mujeres con Ciencia

astronomía , biografía , mujer

Hipatia de Alejandría, considerada por muchos como la primera mujer científica de la historia conocida, dejó una huella indeleble en el campo de la astronomía, las matemáticas y la filosofía. Nacida en el siglo IV, en una época en la que la ciencia y la religión chocaban violentamente, su legado intelectual se sitúa en la intersección de la sabiduría clásica y los primeros esbozos del pensamiento científico moderno.

Muchos aspectos de su vida son un misterio, ya que no se conservan obras suyas. Han perdurado tres pequeñas crónicas o fuentes primarias, aparte de algunas referencias secundarias, principalmente en los escritos de sus discípulos, entre los que sobresale Sinesio de Cirene. Este contexto ha acrecentado el debate entre los historiadores y permitido que su figura sea objeto tanto de investigaciones rigurosas como de relatos que han difuminado los límites entre la realidad y la ficción.

Hipatia aparece representada con túnica blanca, abajo a la izquierda, en La escuela de Atenas, una de las pinturas más destacadas del artista renacentista italiano Rafael. Imagen: Wikimedia.

Se sabe que Hipatia nació y creció en Atenas, donde se formó bajo la tutela de su padre, el filósofo y matemático Teón de Alejandría. Esto era una rareza para la época, ya que pocas mujeres tenían acceso a la educación formal. Su posterior traslado a Alejandría marcó el inicio de una etapa crucial: su padre era profesor en la Escuela de Alejandría, una institución de gran prestigio vinculada al legado de la famosa Biblioteca fundada por los primeros Ptolomeos, un centro de referencia mundial en el estudio de las ciencias y la filosofía. Pese a no vivirla en su apogeo, este ambiente intelectual le permitió profundizar en campos en los que después destacaría ampliamente.

El legado astronómico

Su padre, un apasionado del saber, se dedicó a revisar, comentar y preservar obras clásicas, entre ellas Los Elementos de Euclides y El Almagesto de Ptolomeo. Hipatia no solo absorbió este entorno, sino que se convirtió en una colaboradora activa, como se desprende de las referencias de su padre en los libros como su «discípula y asociada». Así, llevaron a cabo la revisión de la obra de Ptolomeo, recogida en los trece libros de Comentarios del Almagesto, tratado fundamental de la astronomía antigua.

Claudio Ptolomeo, quien vivió en el siglo II d.C., fue un astrónomo, matemático y geógrafo griego cuyo trabajo consolidó y perfeccionó el modelo geocéntrico del universo, es decir, la teoría de que la Tierra está fija en el centro del cosmos y que todos los cuerpos celestes giran a su alrededor. Para ello combinó y ajustó las teorías de astrónomos anteriores como Hiparco de Nicea. El Almagesto ofrecía una explicación detallada y cuantitativa de los movimientos celestes, utilizando conceptos como epiciclos y deferentes para justificar el aparente movimiento retrógrado de los planetas. Este texto influyó profundamente en la astronomía durante más de 1.400 años, hasta que fue desafiado por el modelo heliocéntrico de Copérnico.

En sus Comentarios, Teón no solo buscaba aclarar y corregir aspectos técnicos, sino también ampliar la comprensión del texto. Parece que Hipatia desempeñó un papel especial en la revisión del tercer libro, donde su intervención podría haber incluido aportes significativos en el análisis de los movimientos celestes y el cuestionamiento de ciertos aspectos del modelo geocéntrico, abriendo la puerta al posterior debate heliocéntrico.

Representación del movimiento aparente del Sol y los planetas en la teoría geocéntrica, que sitúa la Tierra en el centro. Imagen: Wikimedia.

No se sabe si como parte de este tercer libro o como obra original, Hipatia de Alejandría también participó en la elaboración de Las Tablas del Almagesto o Canón Astronómico, una herramienta esencial durante siglos para calcular con precisión la posición de los cuerpos celestes. De hecho, su utilidad trascendió las fronteras del Imperio Romano, siendo adoptadas y mejoradas en el medievo por los astrónomos en Al-Ándalus y más tarde revisadas en Europa durante el Renacimiento.

De los escritos a la instrumentación

Gracias a los escritos de sus discípulos se sabe también que Hipatia se interesó por la instrumentación. Así, se le atribuye la confección de un planisferio celeste, una herramienta que permitía representar el cielo estrellado en un plano y facilitaba la comprensión del movimiento de los astros. También desarrolló un hidrómetro para medir la densidad de los líquidos, e incluso ciertos relatos históricos sugieren que Hipatia pudo haber contribuido a la invención del astrolabio, aunque no hay evidencias sólidas que lo confirmen.

Estos trabajos no solo fortalecieron su reputación como experta en astronomía, sino que también la posicionaron como una precursora en la revisión crítica de teorías aceptadas. Su interés y conocimiento por las figuras cónicas introducidas por Apolonio de Pérgamo, cruciales para calcular la posición de los astros, demuestra su destreza técnica y su enfoque matemático de esta ciencia.

El debate sobre la magnitud de su contribución cobra especial relevancia si se considera que Copérnico, el padre del heliocentrismo, pudo haber consultado sus comentarios de El Almagesto o sus tablas mientras revisaba el modelo geocéntrico ptolemaico, antes de desarrollar la teoría que desplazaba la Tierra del centro del universo para darle el protagonismo al Sol. La idea de que el trabajo de Hipatia de Alejandría pudiera haber influido, de forma directa o indirecta, en la revolución científica del Renacimiento refleja la trascendencia de su pensamiento.

La ciencia como filosofía de vida

A partir de las cartas de Sinesio podemos situar a Hipatia dentro de la escuela neoplatónica, lo que le permitió concebir el universo como un sistema ordenado por leyes matemáticas. Influenciada por los pitagóricos, veía los números como la clave para comprender la armonía cósmica. Esta visión la guió en sus estudios científicos, pero también definió su vida intelectual y su rol como maestra en la Escuela de Alejandría, de la que además fue directora hasta su asesinato en marzo del año 415.

Este retrato ficticio de Hipatia se ha convertido en la imagen más icónica y ampliamente reproducida de ella. Imagen: Wikimedia.

En sus clases, Hipatia debatía con los alumnos sobre filosofía, matemáticas, astronomía, ética y religión. Los jóvenes, que provenían de diversas etnias, religiones y orígenes culturales, destacaban la universalidad de su enfoque. Sus enseñanzas trascendieron las divisiones políticas y religiosas, aunque esta misma apertura acabaría convirtiéndola en blanco de hostilidades.

El ascenso del cristianismo como poder político y religioso en Alejandría marcó el inicio de la tragedia. En un contexto de creciente intolerancia, Hipatia fue acusada falsamente de herejía y magia por su cercanía con el prefecto Orestes, defensor de la convivencia pacífica. Su brutal asesinato en el 415 no solo selló su destino, sino que también simbolizó el fin de una era en la que el conocimiento científico había florecido.

Hoy, Hipatia de Alejandría es recordada como una mártir de la ciencia y la razón. Su legado astronómico, aunque difícil de cuantificar completamente debido a la destrucción de muchas fuentes, sigue siendo un pilar en la historia del conocimiento. En ella convergen la brillantez intelectual, la valentía ante el dogma y el espíritu crítico, valores que aún hoy inspiran a quienes buscan entender el universo.

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