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¿Qué es la defensa planetaria?

Autoría: Manuel Jiménez del Barco Ruiz-Herrera

Asesoría científica: David Galadí Enríquez

Últimamente se ha puesto de actualidad un asunto con un nombre llamativo: la defensa planetaria. Sabemos que el cosmos es un ambiente hostil, pero ¿tanto como para que el mismísimo planeta Tierra necesite un proyecto para defenderla? Y ¿frente a qué?

El término defensa planetaria alude a las medidas que cabría adoptar ante el descubrimiento de un objeto celeste que fuera a impactar contra la Tierra. Hay dos grandes vertientes de actuación, una que podríamos denominar pasiva y otra activa.

Las medidas pasivas consisten poseer un sistema de observación del espacio cercano a la Tierra que permita detectar posibles amenazas con una antelación suficiente como para que tenga sentido iniciar la defensa activa. La defensa pasiva requiere telescopios, cámaras digitales o incluso satélites artificiales que descubran objetos potencialmente peligrosos y sirvan para seguirlos y determinar sus órbitas con precisión suficiente. Así será viable evaluar el nivel de riesgo que supone cada objeto y, en el peor de los casos, prever los posibles lugares de impacto en la superficie de la Tierra.

Europa, a través de la Agencia Espacial Europea (ESA), cuenta con toda una oficina científica que trabaja en este cometido, concretamente el Centro de coordinación NEO de la ESA (NEOCC). Sus páginas en internet ofrecen información pública sobre los telescopios que están monitorizando el cielo acerca de la lista que se elabora a partir de sus datos, con una relación de objetos cercanos a la Tierra clasificados de acuerdo con su nivel de riesgo.

La vertiente activa de la defensa planetaria consiste en la realización de misiones espaciales para el desvío de un posible objeto en trayectoria de impacto. Aunque a día de hoy una misión de desvío de un asteroide sigue siendo imposible, ya se dan pasos tanto experimentales como teóricos orientados a hacerla viable en el futuro.

España ha colaborado activamente en esta cuestión desde sus comienzos, por ejemplo, con el proyecto Don Quijote que finalmente no se realizó. Actualmente sigue colaborando como miembro de la ESA y, en este contexto, le corresponde una parte del éxito de la misión DART, una colaboración entre la NASA, la ESA y otras entidades, que culminó con el desvío del asteroide Dimorphos, hace solo unas fechas. Aunque el desvío pretendido con esta misión fuera mínimo, el éxito del experimento abre el camino hacia avances posteriores.

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