Desde que Neil Amstrong pisara la Luna en 1969, cada descubrimiento en el único satélite de la Tierra acapara todas las miradas. El último lo ha proporcionado el Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja (SOFIA) de la NASA, que ha confirmado, por primera vez, la presencia de agua en la superficie de la Luna iluminada por el Sol. Ya se había detectado agua en lugares fríos y sombríos pero no en esta zona concreta de este satélite.

En concreto, SOFIA ha detectado moléculas de agua (H2O) en el Cráter Clavius, uno de los más grandes visibles desde la Tierra y ubicado en el hemisferio sur de la Luna. Su presencia se reduce a concentraciones de 100 a 412 partes por millón, atrapada en un metro cúbico de suelo esparcido por la superficie lunar. Pese a ser pequeñas cantidades, el descubrimiento plantea nuevas preguntas: ¿de dónde surge el agua? ¿cómo se crea? ¿qué hace posible su almacenamiento en la superficie lunar sin aire?

Según la NASA, hay varias hipótesis. Una de las opciones es que el agua podría quedar atrapada en pequeñas estructuras en forma de perlas en el suelo que se forman a partir del alto calor creado por los impactos de los micrometeoritos. Otra posibilidad es que el agua pueda estar escondida entre los granos del suelo lunar y protegida de la luz solar, lo que podría hacerla un poco más accesible que el agua atrapada en estructuras en forma de perlas.

Para seguir ampliando información sobre este descubrimiento, los vuelos de seguimiento de SOFIA continuarán buscando agua en más lugares iluminados por el Sol y durante diferentes fases lunares. Todos estos datos servirán para crear los primeros mapas de recursos hídricos de la Luna para la futura exploración espacial humana, prevista por la NASA en 2024.