¿Qué es una estrella fugaz? ¿De verdad se caen las estrellas?
El medio interplanetario, el espacio entre los planetas, está repleto de material pulverulento, objetos llamados meteoroides con tamaños que van desde unas decenas de metros hasta dimensiones microscópicas, como partículas de polvo. Parte de estos meteoroides más pequeños proceden de colisiones entre asteroides, o bien son restos dejados por el camino por las colas de los cometas.
Los meteoroides, grandes o pequeños, se mueven por el espacio con velocidades gigantescas, que en el entorno de la Tierra alcanzan fácilmente los 50 km/s, o incluso más. Cuando un meteoroide choca con la Tierra, incluso la atmósfera de nuestro planeta supone un obstáculo formidable, dada la velocidad relativa tan elevada: en esas condiciones, la fricción entre el meteoroide y el aire libera una cantidad de calor enorme que volatiliza en una fracción de segundo el cuerpo sólido, que se vaporiza en un destello de luz, y justo eso es una estrella fugaz.
Las estrellas fugaces habituales se deben a meteoroides muy pequeños, del tamaño de un grano de arena, o incluso menores. Los meteoroides algo mayores son mucho más raros y dan lugar a estrellas fugaces de brillo excepcional, que reciben el nombre de bólidos y que en ocasiones van acompañadas incluso de ruidos, explosiones y otros efectos.
Como podemos ver, afortunadamente, una lluvia de estrellas no es una lluvia “real” de estrellas, aunque al ser observada desde la Tierra, parezca que alguna de las estrellitas que pueblan nuestra Vía Láctea haya decidido moverse muy rápidamente dejando una estela a su paso.
¿»Caen» estrellas fugaces a lo largo de todo el año?
Básicamente todas las estrellas fugaces que podemos observar a lo largo del año tienen un origen similar. Son varios los cometas cuyas órbitas interceptan la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Por lo tanto, son varias las zonas a lo largo de la órbita terrestre que están “sucias”, lo que da lugar a posibles lluvias de estrellas. Así, en enero podemos encontrar las Cuadrántidas, en noviembre las Leónidas, o en diciembre las Gemínidas. En nuestra sección El cielo del mes puedes consultar los radiantes activos según la época del año, así como el mejor momento para la observación.
Pero si hay una lluvia de estrellas que destaca sobre el resto son las que tienen lugar en agosto, las Perseidas. De hecho, son las más abundantes, al poder llegar a observarse entre 50 y 110 cada hora. Son muchos los aficionados y curiosos que se preparan para la gran noche. Sin embargo, no hay que obsesionarse con contemplarlas justo en la fecha del máximo de meteoros. Como otras lluvias, éstas suelen extenderse a lo largo de semanas antes y después de la noche de mayor intensidad.
La observación de los meteoros es fácil y simple: basta con alejarse de zonas donde haya contaminación lumínica, procurar evitar las fechas con más luz de la Luna, y mirar hacia arriba. No obstante, conviene seguir varios consejos para aprovechar al máximo este fenómeno.
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