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17 Feb 2025. Andalucía

¿Supone el asteroide 2024 YR4 una amenaza real para nuestro planeta?

La comunidad astronómica vigila más de 37.000 asteroides cercanos a la Tierra. La mayoría son seguros, pero ocasionalmente alguno representa cierto riesgo, como el recién descubierto 2024 YR4, con casi un 99% de posibilidades de pasar sin problemas frente a nuestro planeta el 22 de diciembre de 2032. La ONU ha activado el protocolo de defensa planetaria para coordinar las observaciones del asteroide con telescopios de todo el mundo que ayuden a descartar firmemente cualquier posibilidad de impacto

Autoría: Patricia Pérez

Fuente: ESA/ IAWN

asteriodes , defensa planetaria

Los asteroides y cometas son auténticas cápsulas del tiempo: restos de materiales diversos que quedaron vagando tras la formación del sistema solar. En su interior guardan pistas valiosas sobre el origen de la Tierra y, quizás, sobre el nacimiento de la vida en nuestro planeta. Pero estos viajeros espaciales no solo nos conectan con el pasado, sino que también pueden representar un peligro potencial si su trayectoria se cruza con la nuestra, como ocurrió hace 66 millones de años, cuando el impacto de un gran asteroide contribuyó a la extinción de los dinosaurios.

Sin embargo, ahora tenemos una ventaja que ellos no tuvieron: la ciencia aplicada a la defensa planetaria. Cada día, astrónomos de todo el mundo monitorizan el espacio en busca de objetos cercanos a la Tierra que puedan representar una amenaza (NEOs, por sus siglas en inglés). Hasta la fecha (febrero de 2025) son 37 589 los descubiertos, la gran mayoría completamente seguros, pero ocasionalmente alguno requiere una atención especial.

Es el caso de 2024 YR4, como se ha denominado provisionalmente al asteroide detectado por primera vez el 27 de diciembre de 2024 desde uno de los telescopios ATLAS en Chile, red internacional dedicada precisamente a observar este tipo de objetos en trayectoria de impacto con nuestro planeta. Rápidamente los sistemas de alerta identificaron una pequeña, aunque existente, posibilidad de colisión el 22 de diciembre de 2032, de ahí que se incluyera entre los NEOs más vigilados.

Un mes después de su descubrimiento, los análisis indicaban que la probabilidad de impacto se situaba en un 1,2%, porcentaje suficiente para que la Organización de Naciones Unidas (ONU) activara los protocolos de defensa planetaria. Estos se fijaron en un tamaño mayor de 50 metros y una probabilidad de impacto superior al 1% en algún momento de los próximos 50 años. Como consecuencia, se ponían en marcha los dos grupos de reacción: la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), presidida por la NASA; y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG), coordinado por la ESA.

La primera es una colaboración mundial de organizaciones, entre ellas la ESA, que trabajan colectivamente para detectar, vigilar y caracterizar NEOs. En caso de amenaza real funcionaría como centro de coordinación de información a los gobiernos para analizar las consecuencias de la colisión y planificar actuaciones para mitigar los posibles daños. La segunda intervendría si la probabilidad de impacto del asteroide se mantiene en el tiempo por encima del umbral del 1%, evaluando las distintas opciones para una respuesta basada en la intervención de naves espaciales.

El asteroide 2024 YR4 merece la atención de los astronónomos

Desde el descubrimiento de 2024 YR4, la comunidad astronómica internacional ha estado recopilando nuevos datos para afinar los cálculos sobre su trayectoria y tamaño. Según la IAWN, hasta el 8 de febrero se habían realizado más de 400 observaciones, muchas de ellas desde el Instituto de Astrofísica de Canarias, uno de los referentes en el ámbito de la defensa planetaria a nivel mundial a través de su Grupo de Sistema Solar.

Gracias a esta información se ha estimado que mide entre 40 y 90 metros de ancho, dimensiones que podrían causar «graves daños por explosión en el improbable caso de colisión a escala local», según la propia Red de Alertas, que incluso delimita un posible corredor de riesgo cercano a la línea ecuatorial.

En la mayoría de los casos, esa probabilidad oscila durante las primeras observaciones. Así, del 1,2% inicial llegó a subir hasta un 2,8%, bajando ahora a 1,4% (20 de febrero) según el Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra (NEOC) de la ESA. Con todo, los expertos coinciden en que, a medida que se recopilen más datos, el riesgo de impacto se estabilizará antes de descender rápidamente a cero.

«El 2024 YR4 no puede clasificarse como asteroide potencialmente peligroso. Para poder entrar en esa categoría debe cumplir dos requisitos. El primero es que su diámetro supere los 140 metros. Y el segundo es que pueda aproximarse a menos de 0,05 unidades astronómicas de la Tierra (una unidad astronómica equivale a 150 millones de kilómetros); o, lo que es lo mismo, que pueda aproximarse a una distancia equivalente a unas 20 veces la distancia que separa a la Tierra de la Luna», explica a El Séptimo Cielo el astrofísico José María Madiedo, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA)

escala de Torino

La escala de Torino cuantifica de 0 a 10 el riesgo de impacto de un asteroide. Imagen: ESA

De momento, el encuentro terrestre del asteroide 2024 YR4 en 2032 se ha clasificado en el nivel 3 de la escala de Torino, lo que significa que el acercamiento «merece la atención de los astrónomos». Esta herramienta, adoptada por la Unión Astronómica Internacional (UAI) en 1999, categoriza los posibles eventos de impacto de 0 a 10 con un código de colores asociado, con el objetivo de facilitar la comunicación pública por parte de la comunidad científica.

Cero corresponde a la zona blanca, en que la probabilidad de colisión es nula o muy baja, mientras diez, la zona roja, «asegura que se producirá un impacto capaz de provocar una catástrofe climática global que podría amenazar el futuro de la civilización tal como la conocemos, ya sea que impacte en la tierra o en el océano».

¿Por qué varía el riesgo de colisión en tan poco tiempo?

El nivel 3 de la escala de Torino también recoge que «lo más probable es que nuevas observaciones telescópicas conduzcan a una reasignación al nivel 0». Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Significa que los resultados de las observaciones son inciertos? ¿Podemos confiar en que los asteroides eliminados de la lista de riesgos son seguros?

Como explican desde la ESA, la primera observación de un asteroide es, en esencia, un simple punto de luz en el cielo. Se necesita una segunda oportunidad para confirmar que es un objeto en movimiento, y al menos tres para determinar su órbita: saber a qué velocidad viaja y hacia dónde se dirige. Observaciones adicionales permiten afinar aún más, reduciendo la incertidumbre hasta alcanzar la seguridad de que no chocará con la Tierra.

Al principio, al tener pocos datos, el corredor de riesgo por el que podría pasar el asteroide es bastante amplio. Si ese túnel incluye a la Tierra, se considera una amenaza. A medida que se afina la trayectoria, la zona de incertidumbre se reduce, pero puede seguir solapándose con la posición de nuestro planeta, lo que da la impresión de que la amenaza aumenta. Con más observaciones, el corredor se ajusta y, en la mayoría de los casos, acaba desplazándose fuera de la Tierra, descartándose el riesgo. Quedaría cierta duda sobre el camino exacto del asteroide, pero la seguridad de que no representa una amenaza para nuestro punto azul.

Observaciones con los mejores telescopios terrestres y espacial

Se sabe que la órbita de 2024 YR4 alrededor del Sol es alargada (excéntrica), lo que complica su seguimiento. Al alejarse de la Tierra prácticamente en línea recta cuesta determinar con precisión cómo se curvará su trayectoria a lo largo del tiempo. En los próximos meses, el asteroide comenzará a perderse de nuestra vista, de ahí la importancia de recopilar la mayor cantidad de datos posible. La ESA coordina las observaciones con instrumentos cada vez más potentes, entre los que se incluye el Gran Telescopio Canarias (GTC), el telescopio óptico más grande del mundo, y culminarán con el uso del  Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile.

Con todo, existe la posibilidad de que el NEO desaparezca antes de descartar por completo cualquier riesgo de impacto en 2032. Si esto sucediera, el asteroide permanecería en la lista de riesgos de la ESA hasta que vuelva a ser visible en 2028 y se puedan realizar nuevas mediciones que aclaren su trayectoria definitiva.

Representación del corredor de riesgo del asteroide 2024 YR4

Corredor de riesgo del asteroide 2024 YR4 el 22 de diciembre de 2032, utilizando datos de observaciones realizadas hasta el 17 de febrero. Imagen: ESA/Oficina de Defensa Planetaria

Sin embargo, determinar la órbita del asteroide despejará las dudas sobre la posibilidad de impacto, pero no las consecuencias del mismo. Para evaluar el riesgo real de 2024 YR4 se necesita una estimación más precisa de su tamaño, pues dista mucho la amenaza de un objeto de 40 metros a la de 90. «Los astrónomos están limitados a estudiar el asteroide a través de la luz visible que refleja desde el Sol. En general, cuanto más brillante más grande es, pero esta relación depende en gran medida de lo reflectante que sea la superficie. 2024 YR4 podría tener 40 metros de ancho y ser muy reflectante, o 90 y no ser muy reflectante», explican desde la ESA.

Es aquí donde entra en juego el telescopio espacial James Webb, cuya capacidad para captar luz infrarroja (que corresponde al calor emitido por el asteroide) en lugar de luz visible, permitirá una estimación más precisa de su tamaño. Estas observaciones, que serán realizadas con el instrumento MIRI, ayudarán a las agencias espaciales a entender mejor el riesgo y determinar la respuesta necesaria. Además, el instrumento NIRCam complementará los datos térmicos y también proporcionarán mediciones adicionales de la posición del asteroide una vez que esté fuera del alcance de los telescopios terrestres.

La primera ronda de observaciones se llevará a cabo a principios de marzo, justo cuando 2024 YR4 se vuelva observable por el telescopio Webb y esté en su punto más brillante, y una segunda en mayo. Comparando estos datos los astrónomos podrán estudiar cómo cambia la temperatura del asteroide a medida que se aleje del Sol,  así como proporcionar las mediciones finales de la órbita hasta que vuelva a ser visible en 2028.

El tiempo total de observación será de unas cuatro horas, aprovechando el «tiempo discrecional del director», una pequeña franja temporal del telescopio reservada para descubrimientos urgentes que se realicen después de la fecha límite anual de propuestas y que no puedan esperar hasta el próximo ciclo.

 

concepción artística james webb

Concepción artística del telescopio espacial James Webb. Imagen: Northrup Grumman/NASA

Defensa planetaria desde Andalucía

El mayor impacto de un NEO contra la Tierra en la historia reciente, conocido como el evento Tunguska, ocurrió con un asteroide relativamente pequeño. Fue el 30 de junio de 1908 en Siberia, cuando un objeto de unos 40 metros de diámetro, lo que equivaldría a un modesto edificio de oficinas, devastó un área despoblada del tamaño de una gran ciudad metropolitana. La explosión arrasó aproximadamente 2 100 kilómetros cuadrados de bosque y la onda expansiva llegó a registrarse por barómetros de lugares tan lejanos al epicentro como Inglaterra.

«Con los medios y protocolos actuales se habría determinado con suficiente antelación el tamaño del objeto y la zona de impacto. De conocerse que podría afectar a zonas pobladas se habrían establecido los protocolos de evacuación necesarios para evitar bajas humanas. O bien se podría haber puesto en marcha una misión espacial similar a la misión DART, para tratar de desviar al objeto lo suficiente como para evitar el impacto», apunta Madiedo.

Todas estas son medidas que se engloban en la defensa planetaria, que reúne a agencias espaciales y otros actores relevantes a nivel internacional para coordinar esfuerzos en la detección y alerta ante la amenaza de asteroides. Entre las más destacadas, el lanzamiento de la sonda Hera de la ESA en octubre de 2024, con el objetivo de convertir la desviación de asteroides en un método fiable y bien conocido para defender la Tierra de un posible impacto.

En 2022, la misión DART de la NASA chocó contra el asteroide Dimorphos, modificando su órbita alrededor del asteroide más grande Didymos y demostrando que se puede utilizar una sonda espacial para cambiar la trayectoria de este tipo de objetos. Pero debido a la naturaleza de la misión, DART no pudo estar presente para monitorear las consecuencias de su propia colisión. Por eso, Hera regresará al lugar del choque para estudiar ambos asteroides en detalle y ayudar a la comunidad científica a responder las preguntas que aún tienen pendientes.

recreación de la sonda Hera frente al asteroide

Ilustración de la misión Hera con los asteroides Dimorphos y Didymos. Imagen: ESA

Esta misión forma parte de la vertiente activa de la defensa planetaria. Sin embargo, la acción mayoritaria es la defensa pasiva, poseer un sistema de observación del espacio cercano a la Tierra que permita detectar posibles amenazas con una antelación suficiente como para que tenga sentido iniciar la defensa activa. En esta línea trabajan varios grupos desde España, destacando como comentábamos anteriormente el IAC con las observaciones del asteroide 2024 YR4 que han permitido determinar su órbita con mayor precisión.

En Andalucía, el IAA también desarrolla varios proyectos encaminados a estudiar estos cuerpos celestes, realizando seguimientos desde los observatorios astronómicos de Calar Alto (Almería) y Sierra Nevada (Granada) para obtener datos sobre su composición. El profesor Madiedo resalta el trabajo del grupo de investigación al que pertenece, desde el que se han llevado a cabo, mediante contratos con la ESA, estudios encaminados a determinar con mayor precisión el flujo de impactos de estas rocas contra nuestro planeta. «Esto lo hemos realizado analizando la frecuencia con la que estas rocas colisionan contra la Luna», indica. 

En definitiva, a pesar de la incertidumbre inicial sobre el camino que tomará el asteroide 2024 YR4, la vigilancia espacial ha demostrado ser una herramienta cada vez más precisa y eficaz. La detección de NEOs está mejorando rápidamente, permitiendo no solo evaluar riesgos con más antelación, sino también recuperar meteoritos y analizar así esos objetos que pueden poner en jaque súbitamente a la Tierra. Cada nuevo hallazgo contribuye a nuestro conocimiento sobre estos cuerpos celestes y fortalece la capacidad de proteger el planeta sin caer en alarmismos innecesarios. Aunque el impacto de un asteroide es un evento improbable, la ciencia y la tecnología nos brindan las herramientas necesarias para estar preparados.

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